Siempre aconsejamos a nuestros niños a ser mejores personas, a ser obedientes, a tener buenos modales y a no mentir. Pero, ¿sabemos realmente cómo educar a los más pequeños a ser mejores personas y ciudadanos? ¿Sabemos cómo enseñarles a ser honestos y a no mentir? Acompáñanos a descubrir cómo formar y educar mejor a nuestra generación de relevo.

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Primeramente, tengamos en cuenta que el mentir no es hábito adquirido, es una cualidad innata que, si no es controlada a tiempo, puede llegarse a convertir en una patología bastante seria, y que puede ocasionarle graves problemas al individuo.

Comúnmente vemos que los niños mienten por cosas pequeñas e “irrelevantes”, a lo que llamamos “mentiritas blancas”, y estas les pueden ayudar a zafarse de una responsabilidad o quehacer que debían cumplir, siendo las más comunes, mentir diciendo que terminaron de hacer la tarea o que ya culminaron con sus deberes hogareños. Sin embargo, es importante que siempre se les reprenda a la hora de que descubramos una mentira, por más pequeña que esta sea, puesto que, en una especie de efecto bola de nieve, la mentira irá creciendo hasta hacerse incontrolable.

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Existen diversos cuentos y fábulas que hablan sobre lo negativo de mentir, siendo una de ellas, y quizás la más conocida, Pinocho. Leer esta conocida historia con ellos y luego hablar sobre las consecuencias de mentir, puede servir de ejemplo y de herramienta para que los niños entiendan que ninguna acción pasa sin alguna consecuencia. Sea para bien o no, lo que hagamos siempre tendrá algún tipo de repercusión en nuestras vidas. Por lo que es importante que siempre se sea honesto y transparente con nuestros actos.

Es importante que, a la par con la enseñanza de la honestidad, se inculquen otros valores que harán de los niños, unos buenos ciudadanos, garantizando así, que dejaremos un buen legado en generaciones futuras para que hagan que nuestras naciones y sociedades crezcan cada vez mejor.

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